Nuestra misión como Institución:
Francisco Coll
Santo Domingo de Guzmán
Santo Domingo de Guzmán
Domingo vivió en plena Edad Media, nacido en Castilla, descubre el problema del hombre en búsqueda errática de sentido y ve una Iglesia incapaz de dar respuesta. Quienes le conocieron dirán que "durante el día hablaba a los hombres de Dios y por la noche a Dios de los hombres". Por este hombre que vive todo profundamente, el Espíritu regalará a la Iglesia una familia religiosa con un modo especial de vivir el evangelio: la familia dominicana.
Santo Domingo centró su ministerio apostólico en la predicación y el anuncio explícito de la Palabra. La experiencia de Dios, la contemplación y la compasión por la humanidad sufriente, marcaron su estilo evangelizador y profético. La comunidad era para él "santuario de compasión", "escuela de perdón" y "predicación en sí misma".
"Huellas en el camino" - Nuestra historia
A comienzos del siglo XX, los actuales barrios del Prado, Atahualpa y Brazo Oriental, tenían ciertas características que aún hoy se mantienen mientras otras cambiaron totalmente.
El terreno donde se encuentra el colegio, por ejemplo, perteneció al presbítero Dámaso Antonio Larrañaga, que utilizaba el predio para sus investigaciones agrícolas.
Alrededor de 1912, el párroco del barrio Atahualpa pide a una congregación religiosa que se ocupe especialmente de las niñas de esta zona. Es así que al año siguiente, las Hermanas Dominicas de la Anunciata, llegan procedentes de Buenos Aires.
La Comisión de Damas de la parroquia les alquila una casa en la actual calle Vaz Ferreira. Después de algunas vicisitudes, la familia Gallinal Heber, que tenía su casa de veraneo por la actual calle Luis A. de Herrera, ofrece a la congregación el predio que ocupa hoy el colegio.
En 1920 en la casona grande de esta quinta abre sus puertas el colegio "Clara Jackson de Heber".
Pasado un tiempo se ve la necesidad de ir adecuando las instalaciones para colegio y además era necesario agrandar la construcción. El proyecto se le confía a los arquitectos Isola y Armas, los cuales con gusto y sentido práctico, llevan adelante un estilo avanzado para su época, de construcción sólida y a la vez muy bien adaptado a las necesidades de un establecimiento educativo.
En la quinta se mantiene aún alguna construcción de ese período anterior al colegio, pero las nuevas exigencias y necesidades de la misión de la comunidad educativa, han ido transformando su aspecto señorial de entonces en canchas de vóleibol, básquet, fútbol, juegos, espacios verdes de recreación y entretenimiento.
Así, el "Clara", enmarcado en esta esquina de Luis A. de Herrera y Burgues, es una estampa que caracteriza a nuestro barrio y a la vez sus espacios verdes y su aspecto señorial mantienen eso tan característico que fue de las casaquintas de otra época.