A veces nos parece que los tiempos que nos ha tocado vivir son los peores, que antes era mejor o que quizás mejorarán las cosas…. pero nosotros tenemos este presente como única posibilidad.
Y… ¿Cómo suena en la sinfonía de la historia este tiempo? Difícil comparar. Nosotros solo conocemos este. Si miramos la historia vemos tiempos mejores y de los otros. En esa historia vieja que es la Biblia, el Antiguo Testamento nos presenta personajes y situaciones interesantes para que nosotros hurguemos y saquemos nuestras propias enseñanzas, conclusiones y ¿por qué no? También haga brotar una oración del fondo de nuestro corazón.
Alguien que puede ayudar es un profeta que vivió 700 años antes de Cristo, y su nombre, no muy conocido es: Habacuc. Su escrito es una larga lista de quejas, por la realidad que está viviendo, quejas justas, podríamos decir las que este hombre le presenta a Yavé, su Dios, pero la respuesta que llega a él le hace descubrir un mensaje de Yavé que transforma toda su pesadumbre y angustia en un himno de alegría, de seguridad y confianza en su Dios que le da fuerza para seguir animosamente “aunque”… la realidad no cambió.
Su intervención es breve, tres capítulos, pocas páginas de la biblia. El primer capítulo es la presentación de la realidad a Dios, le recuerda su situación: magras y escasas cosechas, hambrunas, crímenes, guerras, pestes…
Sin embargo, algo le hace cambiar y hace otra presentación:
“Aunque la higuera no eche sus brotes,
Y no den su fruto las parras,
aunque el olivo olvide su aceituna
y los campos no den cosecha,
aunque no haya ovejas en el corral,
ni vacas en el establo,
yo me alegraré en el Señor,
tendré mi gozo en Dios mi salvador,
porque el Señor es mi fuerza… “
¿Qué le hizo cambiar al profeta? ¿Qué solución le dio Dios? Ninguna. Solo que Habacuc en un momento de reflexión, de interioridad, de oración y comunicación con su Dios, recordó quién era Yavé, encontró una fuerza nueva:
“¡He oído tu mensaje, Señor, he visto lo que has hecho!, vuelve a actuar en nuestro tiempo, date a conocer en nuestros días, no te olvides de tener compasión!..”.
El profeta recuerda los atributos de Yavé: “Su majestad cubre los cielos, la tierra está llena de su gloria… a Él pertenecen los caminos eternos”. Entonces comienza la larga lista de “aunques” que es la conclusión. Pero esa lista arrancó después de un momento de encuentro de un enojado y decepcionado Habacuc que vuelve desde el fondo de su corazón la mirada a Dios. Y es capaz de decirle: “ aunque me quede sin nada yo exultaré en Dios mi Salvador”.
¿Cuántos “aunques” nos quedarán?
Aunque la pandemia siga y el encierro desgaste nuestros vínculos… yo sé que Dios es mi fortaleza, aunque la crisis económica se ahonde y se agreguen problemas en el trabajo, yo confiaré en Dios mi Salvador, aunque ….
Busquemos ese momento de interioridad profunda y de diálogo íntimo y confiado con Dios, nuestra Roca firme, que dé nuevo vigor y entusiasmo a nuestra esperanza, porque Jesús Resucitó y es el sentido de nuestra fe.
“SI CRISTO NO RESUCITÓ ES VANA NUESTRA ESPERANZA” Pero Jesús resucitó y nuestra esperanza renovará la fuerza para seguir y dar una mano a quien vemos que se va quedando en el camino. |
Pablo recuerda en I Cor.15,13
Hna. Gloria Font